Dice John Berger que lo eterno no es lo opuesto a lo efímero,lo eterno es lo opuesto a lo olvidado.
Sé de eso,mi querido John,el verano se ha llevado consigo olvidos que semejaban eternidades,me he instalado en una creciente lucidez que descarta lo líquido,esa cualidad tan implantada hoy en las cosas,en las relaciones,en las pretensiones.No me siento cerca de casi nadie y no es algo de lo que sentirse feliz pero prefiero la doliente y real soledad que la impostura,esa amalgama de gestos y palabras tan huecas que intuímos,el uso indebido de la palabra me enerva.
Necesito lo eterno,la solidez de los afectos,amo la profundidad que me permite la ligereza,soy capaz de volar en lo que es genuíno,en historias verdaderas.
Aún se niegan las deidades
a concederme el Infinito
a reposar
en sus estancias la indignación
de mi esqueleto
malamado.
Aún el tiempo
se ciñe a mis caderas
con la indomable
fiereza del
desheredado.
En toda
derrota
hay una belleza
inesperada
que
desvelar.
Soy mi necesidad de ayer ,mi minoría de uno,la eternidad y un día.
El deseo me habita.
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El deseo me habita...
ResponderEliminarQue más se puede pedir...
Vive todos los deseos, tu eres su dueña.
Un gran abrazo.
Lo intento,querida Merce,pero mis sueños se duermen todos los días en mis esquinas más frágiles,tan hermosos y quebradizos,son así y con orgullo me pueblan las venas.Yo te abrazo también.
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